Dormía un león cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y lo atrapó. A punto de ser devorado, el ratón le pidió que le perdonara, prometiéndole pagarle en el futuro. El león echó a reír y lo dejó marchar. Días después, unos cazadores apresaron al rey de la selva y lo ataron con una cuerda. Al oír el ratón los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre. “Días atrás” – le dijo -, “te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos”.

Lección: Nunca menosprecies tu tamaño ni el de los demás. Es probable que como emprendedor, sientas que eres pequeño a comparación de las grandes compañías, y que nada puedes hacer para competir contra ellas u ofrecerles valor. La clave está en satisfacer las necesidades de un mercado y aprovechar las oportunidades para poco a poco ganar tracción. Conócete y descubre qué es lo que puedes hacer por los demás.

Asimismo, nunca menosprecies a alguien por su tamaño, posición o condición. En tu empresa considera las opiniones de tus colaboradores, sin importar su área o cargo, ya que nunca sabes de dónde puede venir tu siguiente gran idea; tampoco juzgues a alguien por su condición o nombre, la persona que menos esperas puede convertirse en tu siguiente gran cliente o socio. Y por último: siempre cumple tu palabra.

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